Hoy después de tenerte olvidado mucho tiempo, me apetece echarle una mano a mi memoria haciéndola regresar al pasado, pero solo a ese pasado que te hace esbozar una sonrisa, cuando se rememora sensaciones de inocencia , junto al sentir revoloteo de las inquietas alas de mi alma.
Como cada día me dirigía a tomar el autobús, su parada estaba cerca de casa, apenas cien metros de distancia; a las siete de la mañana el relente del amanecer me cortaba la cara, mi única protección de escudo eran las gafas cuadradas de ancha pasta negra que tapaban mis ojos miopes.
Mientras caminaba hacia allí, absorta con los pensamientos de mi nuevo día, hurgaba el plan de las miles de cosas que en la agenda de mi memoria se intentaba organizar; trabajo acumulado en la academia, las conversaciones de mis amigas del día anterior, el enfado de la jefa... ufff - ¡ que de cosas importantes ¡-.
Subí al autobús y de nuevo las mismas caras de cada día y los mismos saludos aprendidos.
-¡ Buenos días, guapa ¡-. dijo el conductor al devolverme el ticket.
-¡ Buenos días ¡.- le respondí, pensando que su canon de belleza estaba algo deteriorado.
De forma autómata me senté en el sitio de siempre, en la ventanilla de siempre, viendo las mismas cosas de siempre; las casas, los arboles, las gentes... solo el mar era distinto cada día.
A mis diecisiete años mi imaginación volaba derramando los segundos del tiempo y lamentando un minuto mas sin pena ni gloria.
Una nueva parada y subida de personas y... - descendió un ángel...-, subió las escaleras del autobús, el dibujo blanquecino de sus sienes contrastaba con el negro de su pelo, su tez dorada, sus ojos grandes, negros y profundos, nariz perfilada y unos labios marcados de un rosado intenso. Todo en él me pareció especial, un perfecto cuadro para mis sencillas e inocentes pupilas.
Mientras el chófer marcaba su billete, mis ojos se clavaron en él, quise apartarlos y le ordené a mi cerebro que no me delatara, pero se sublevó a mi orden. Parecía que la vida se había ralentizado a mi alrededor, mas aun, cuando su mirada se cruzo con la mía, instante donde mi cuerpo se elevo por encima de todas aquellas cabezas ajenas y distantes.
Una vez leí que el mas hermoso de los besos es aquel que se da con los ojos y yo, se los di todos juntos en nuestro encuentro fugaz; fue dulce, suave, pero tan intenso y mordiente que el deseo no tuvo mas cabida en mi pecho adolescente.
Mi cuerpo se excito sin permitírselo, sintiéndome desnuda ante sus ojos, presa y libre ante su abrazo distante. Entonces, no quise llegar a mi destino, deseé inmortalizar el tiempo, la vida y hasta la eternidad si hubiese podido hacerlo.
Pasó por mi lado y temblé inmóvil tras su estela, dejando atrás un halo de su sutil perfume, le aspiré y me inundé de su esencia, mientras cerraba mis ojos, intentando retener su oxigeno junto al mio, dejándolos mezclar en coctelera en mis pulmones.
Bendita secuencia que se acumulaba en días sucesivos, donde mi único estimulo radicaba en el cruce de una sola de sus miradas, regalo que dichosa aceptaba como un divino tesoro.
- mmmmmmmmmmmmmmmm .-
Querido lector:
Creo que emocioné mis sentidos de nuevo... El recordar me dejó un sentimiento agridulce y ya es hora de cerrar ventanas y pestañas, el cansancio vuelve a dar punto y aparte a mi viaje portuario, no me queda mas que darle un beso, como siempre de buenas noches, de esos que solo son míos.... infinitos....
ALMA
eres mala alma,me has dejado con ganas de más,pero la história es buena(un poco cortita).siempre e dicho que un buen escritor no es aquel que escribe fantásticas histórias sino el que sabe mantener el suspense,el que hace reflexionar.
ResponderEliminarjajajaja, gracias eso me lo voy a tomar como algo muy bueno... pascual, pero sobre todo gracias por visitarme...
ResponderEliminarun abrazo...
CREO QUE ESTA BIEN QUE AL MOENTO DE TORNARCE AGRIO EL RECUERDO, HAYAS CERRADO TODOS LOS ACCESO; YO SOY MASOQUISTA Y CUANDO ESO SUCEDE, NO CIERRO NADA, SÓLO LO DEJO HASTA QUE SE DESVANESCA.
ResponderEliminarCON RESPECTO A LO DEL BUEN MOMENTO... ES BUENO RECORDAR ESE TIPO DE COSAS... YO RECUERDO CUENDO...
EN FIN.
SALUDOS.
CRISTOFER.
Precioso, Alma! Después de treinta y tantos años me acabas de enseñar que en este cuerpo que envejece sin remedio sigue viviendo un adolescente. Aún hoy en día sigo buscando esas miradas furtivas, esos besos dados con los ojos y ese cóctel perfumado que emborrache mis sentidos. Lo dicho, un eterno adolescente. Muak!
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